JOYERÍA, SU HISTORIA, MI HISTORIA
La palabra joya abarca toda esa extensa lista de objetos personales que, desde la antigüedad hasta nuestros días, se han utilizado en todas las culturas como elementos ornamentales, signos de posición social, símbolos de protección o creencias religiosas, uso funcional o expresión artística.
Desde las primeras conchas de caracol marino perforadas provenientes de África ya hace 75.000 años, la joyería ha pasado a lo largo de la historia como un arte atemporal en continua evolución y perfeccionamiento.
Podemos hablar de etapas que van desde civilización antigua, Egipto y Mesopotamia, que marcó diversas pautas para las civilizaciones europeas posteriores, la India, que convirtió la joyería en parte íntegra de la vida cotidiana, siendo los primeros en conquistar el procesamiento del oro, la China, que impulsó el desarrollo de la joyería como arte y algo más tarde, una vez cayó la civilización Egipcia, Europa que toma el testigo y entra con fuerza en la joyería de la innovación. La joyería de se convierte entonces en un oficio artesanal cada vez más sofisticado debido a la habilidad de los maestros orfebres.
Desde sus inicios la humanidad ha buscado el lenguaje no verbal a través del arte en su conjunto y del arte ornamental en particular.
Un brazalete de hueso de Cromagnon, un sello asirio, un broche romano, una joya de René Lalique o del modernismo catalán, o un diseño de Tiffany o Cartier son formas de expresión no sólo de su creador sino también de quién las elige para adornar sus circunstancias.
Como diseñadora de joyas, contar historias y expresar emociones a través de mis piezas es mi lenguaje personal.
No soy joyera por tradición familiar ni tampoco lo fui en los inicios de mi vida laboral, pero cuando tus manos hablan mejor que tu lengua el arte acaba siendo una necesidad imperiosa, y en la joyería encontré el camino, para desde él, reclamar el mundo abierto.